Llovía sobre mojado. Son varios los conciertos que se han celebrado en Terra Natura este verano y los vecinos han sufrido las consecuencias de los 'macrobotellones': ruidos, basuras, calles llenas de orines y vómitos... Hartos de que el Ayuntamiento no haga caso a sus quejas, anoche más de un centenar de vecinos decidió cortar el paso del tranvía en la parada de Terra Natura, donde presumiblemente bajarían decenas de los jóvenes en dirección al Concierto de la Romería. En familia, acompañados de niños y mascotas, y con una pancarta en la que se leía «No a la invasión de Los Rectores», interceptaron la marcha del tranvía durante media hora hasta que llegaron agentes de la Policía Local y los antidisturbios aunque no tuvieron que intervenir.
Ya por la mañana, algunos vecinos contaron la odisea que vivieron el pasado domingo por la celebración de otro 'macroconcierto'. «Lo de ayer fue horroroso», contaba asustada Claudia Giraldo, refiriéndose a la quema de contenedores y otros actos vandálicos, que se produjeron en la tarde del domingo durante el 'macrobotellón' con motivo del festival organizado por la empresa Maniatik Pool Festival, que alquiló el espacio al parque Terra Natura para realizar el evento.
«Los jóvenes saltaron a las piscinas de la urbanización ocasionando algunos desperfectos en las viviendas, llenaron todo de basura, rompieron cristales y para colmo, quemaron los contenedores. Nos llevamos un susto tremendo», comentaba María Zapata, otra vecina.
Lo peor es que se sienten desprotegidos y aseguran que «la policía hizo caso omiso a nuestras quejas para calmar la situación, que considero que se les estaba yendo de las manos», manifestaba indignada Pilar Martínez.
Según los vecinos, el pedáneo intentó sin éxito que no se realizaran estas fiestas. Y solo logró colocar vallas en las calles aledañas pero «no impidierón el paso de los asistentes a nuestras casas. Hicieron botelleo y sus necesidades en nuestra propia calle, dejaron allí botellas, tampones usados y todo tipo de desperdicios», aseguraba Pilar.
Lo peor de la situación es que sus quejas, hasta el momento, no han servido para nada y ellos tampoco pudieron detener la situación.
«No les puedes decir nada aunque se orinen en tu puerta porque te amenazan y te insultan. Se quedan con dónde vives y arremeten contra tu vivienda», afirmaba María Zapata.
Con este miedo, parte de los vecinos decidía marcharse de casa, mientras otros pensaban pasar la noche alerta: «No vamos a dormir para vigilar esto. No es justo que si pagamos nuestros impuestos para tener un control suframos estos momentos de pánico».
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